Mi hija despertó perezosamente y poco a poco fue abriendo los ojos y se estiró como un felino. Fue al baño, se cepilló los dientes, se lavó la cara y llegó a la sala en donde yo veía el noticiero, me abrazó y me dio uno de los besos más dulces que yo recibo todas las mañanas.
-Buenos días al papito más lindo de la tierra!- dijo ella.
-Buenos días. ¿Quién es la ñeca de Nono?
-Yo, dijo ella orgullosa. Y se encaminó a su cuarto otra vez.
Pasa un rato y me asomo. Ella está adormilada otra vez. De pronto escucho una voz que dice: “No, no la despertemos. Dejémosla dormir. Ella es nuestra Diosa, ella es la que nos da vida”. Son sus peluches, sus compañeros de juego. Yo miro sorpendido hacia donde están ellos.
-Si, sí. -dice otra voz. Los humanos creen que un Dios los creó y no saben que en realidad quien nos creó a todos fue una Diosa.
-Sí. Yo vivo es por ella. Ella viene y nos da aliento de vida. Sin ella, nosotros estamos quietos, sin vida. Pero ella nos mueve y vivimos.
-Silencio, tchyst! Ya viene ella. Y va a jugar con nosotros! Oh, ahora estamos vivos, estamos vivos! Qué dicha!